"Quien ama a las estrellas no tiene miedo a la noche. Ellas están ahí, pero ya nunca las miramos..."

viernes, 21 de mayo de 2010

A la curva de las letras le puse tu nombre.



Si tuviera que contarte una mentira elegante,

te narraría alguna de esas

que parecen carentes de sentido

pero llenas de ganas de contar cosas.

Cosas como las rosas.

Qué son las rosas sin las espinas.

Que tan imposibles de abrazar parecen

y que tan doloroso resulta no hacerlo.

Quién no quiere correr el riesgo

de ver brotar su sangre

si el premio va a ser tener una de esas,

luminosas,

que parecen de cuento.

Que dolorosa sensación de plenitud parece

y a que hastío tan grande sometería mi alma,

con tal de conseguir una de ellas.

De las blancas

a las púrpuras

pasando por las rojas

y las granates.

Por qué no iba mi corazón a querer una.

Por qué no iban mis venas a rasgarse con sus espinas

si el alma de poeta que habita en ellas,

me pide buscarte en todas las esquinas.

Ay dios mio

que quede yo atrapado en sus párpados

que aleten feroces mis pupilas entre sus latidos.

Que fluya mi esencia,

que se adueñe de ella.

La magia está desnudando lo prohibido

como no hacerlo, si me muero por ver el rojo de su sangre

entrelazado al mio.

Y qué me queda más que hacer en la vida sino morir.

Muéranse conmigo ya,

las ganas que tengo de no decir nada.

De escribirlo todo.

De colgarme de la luna.

De robarle el brillo,

el manto plateado

y entregárselo en una urna.

Muéranse todas las flores

y con ellas las mañanas.

Que yo quiero la noche,

la cera hirviendo recorriendo mis entrañas

Tus manos

cosiendo mis mas oscuros deseos,

a la seda de tus sábanas.

Vete

Vete lejos corazón,

huye.

Que le he entregado ya todo mi amor.

Que te he vendido como tantas veces…

Vete porque te destrozará cuando se canse de verte.

Vete porque al entregarte,

Entregué también tus latidos

Vendí el sístole y el diástole

La cara y la cruz de lo sueños

Las risas, las tarde de otoño

Y hasta la nieve de los inviernos.

Fíjate si vendí cosas…

Que con el dinero de la venta

Compré un mar de lágrimas

Un campo de desesperanza

Ágrio, rudo, muerto.

Compré momentos y los pinté de negro.

Y de azul, si acaso se me caía el cielo y se quedaba dentro.

No vuelvas… Entretente.

Perece y sirve de alimento a los peces.

Marchítate, como lo hará la juventud

que ahora late en sus mejillas

en vez de hacerlo tu.

Lo que sea, pero no me dejes volver a verte

No me recuerdes que al venderte,

firmé también tu sentencia de muerte.



No le busques lógica... No me paré a releer ni una sola de las líneas...



El guardián.
Photoby_ver00nika

1 comentario:

  1. No sé si tiene lógica,pero si tiene sentido!!

    Me ha gustado tu escrito!

    Ciao!!!

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