"Quien ama a las estrellas no tiene miedo a la noche. Ellas están ahí, pero ya nunca las miramos..."

domingo, 28 de noviembre de 2010

Romance asonantado


Diré tu nombre a las flores
a los ríos y a los mares.
Diré tu nombre a las ninfas
a las nubes y a las aves.
Diré tu nombre muy alto
lo diré claro y muy grave.
Pregonaré tu excelencia
hasta que logre encontrarte,
en la mirada de un niño
o en el sangrar de la tarde.
Removeré cielo y tierra
te encontraré musa errante.
En la luna más lejana
en la estrella titilante.
De mi pluma, al timón
haré de mis versos naves
partiré en incierto viaje
como el que a la guerra parte
con la rima como vela
palpitando en asonante.
Y después de tantas noches
y en mi locura gritarte
casi puedo verte en sueños
para dejar de anhelarte
olvidar que no te tengo
y en mi soledad no ahogarme.
Caricias de espuma blanca.
Tu risa como diamantes.
Avisté tierra en tu cuerpo.
En un corazón tan grande.
Confiné en ti mi destino.
Mezcle contigo mi sangre.
Allí puse mi bandera.
Allí clavé mi estandarte.
Allí dejé mis latidos.
En la arena este romance.


El Guardián.


lunes, 27 de septiembre de 2010

Ausencia de vos.


Aléjame de todos y líbrame de las fauces del tiempo.
Hazme casi tan eterno como los sueños en los que soñaba con el invierno.
Con la nieve que nunca llegaba.
Con los pájaros de acero de un cielo al que nunca alcanzaba.
Sírvete de mí, como yo me sirvo de ti… Para imaginarla.
No me niegues, no rehuyas, no negociemos la única manera que tengo de encontrarla.
Se tú, pensamiento, el balcón de mis esperanzas.
Llévale estos humildes versos que de seguro saciarán la sed de su alma.
Déjame verla, así tan clara, como agua de manantial, como estrella que nunca se apaga.
Qué gentil te muestras, que más que imaginarla casi pudiera tocarla.
Trepar por una enredadera más de seda que de agria hiedra.
Volar más que trepar, si se trata de alcanzarla.
Cuanta ternura esconden sus ojos, se expanden sus pupilas engullendo el diminuto punto luminoso que soy para ella.
Extiendo mi mano… Atravieso la suya…
Giro la muñeca sin dar crédito, tratando de agarrarme a la esperanza de que una noche más no sea la sombra de un sueño que se acaba  al despuntar el alba…
Lo es.
Y al despertar compruebo que el sudor frío es el único dueño de mis ansias.
Como duele, aún siendo consciente de ello.
No hay receptor para mis versos, ni emisor que lata para crear nuevos.
No hay dueña de mis besos, ni señora de mis palabras.
Los susurros son para las sábanas y el ancho mar, vacío y solitario, que es mi cama.



El Guardián.
Photo by ColorKiller

martes, 21 de septiembre de 2010

Mi don... Fluía...

Escribía a sus ojos cuando no me miraban.
La hablaba en susurros cuando no me escuchaba.
A mí me bastaba con visitarla mientras dormía,
y solo volvía a mi mundo para describir
la forma tan maravillosa en que lo hacía.
Me desterré de ella para que no supiera que existía.
Y aún así tenía que observarla porque no encontraba
la manera de vivir sin pensarla.
Fui la brisa helada que por la mañana le zarandeaba el alma.
El olor del café reciente en su taza.
La minúscula gota de lluvia de la que nunca se percató y que siempre
la observaba a través de la ventana.
El destello que te ciega y no sabes de donde llega.
La sombra que se adelante, se retrasa y se retuerce…
Pero que nunca se marcha.
La voz que parece que te llama y cuando miras…
No encuentras nada.
Fui tantas veces el compañero de andén,
el siguiente de la lista,
el extraño del encontronazo sin querer.
Estuve en tantos sitios a la vez,
y en tan pocos me supo ver…
Tantos lugares y ninguno fue su corazón,
ninguno tenía la suave textura de su piel.
Decidí quedarme a las puertas del llanto,
pero sin entrar en él.
Acallar mis sentidos, quebrar mis alas…
Y esperar, como el que espera a que lo sepulte el olvido.
Pero que, cuando cree que todo está perdido…
Descubre que a veces, a las musas,
para que vengan, es mejor no llamarlas…
Y entonces fue como un fogonazo.
Y también fue fulgor
Y fueron llamas.
Ideales que afloraban.
Sentimientos henchidos de dolor, que se marchaban.
Lagrimas purificadas.
Yo no había visto nunca tanta ilusión derramada.
Ni el brillo cegador de la esperanza renovada.
No sé si fueron las ganas, su risa,
Su mirada…
O las manos entrelazadas.
Pero yo sentía que una vez más…
Volaba.


El Guardián.
Photo by_athena_chan

sábado, 11 de septiembre de 2010

El Guardián.

Llegó a un lugar en donde reinaba el silencio. Solo se escuchaba el retintinear de las estrellas cuando estas chocaban unas contra otras. Unas se movían continuamente, rápidas, inquietas, de la velocidad que iban, a veces, chocaban sin querer entre ellas y desprendían unas partículas cristalinas. Otras brillaban intermitentemente como si se quisiesen apagar y al poco se lanzaban en picado hacia la nada, perdiéndose en la inmensa oscuridad de la noche. Y otras eran estáticas, pero no menos hermosas, su intensidad se hacía notar entre las demás, éstas se encargaban de mostrar el sendero que llevaba hasta su Guardián.
El hada sobrevoló aquel lugar buscando una en especial, quería encontrar la estrella perfecta.
- ¡Oh si! ¡Ahí estás!

Sus ojos se fijaron en una, descendió y se acercó a verla de cerca, era la estrella más bonita que había visto. No paraba quieta, era vista y no vista, estaba en continuo movimiento y en cada ir y venir dejaba tras de si una cola serpenteante resplandeciente. Era ideal.
- Le encantará – dijo

Se acercó hasta ella e intentó cogerla.
- ¡Quieta! ¡No te muevas! ¡Ven aquí! – le ordenaba ella, pero la estrella no le obedecía. No se dejaba atrapar. Cada vez que le echaba la mano esta se escabullía rápidamente. Era imposible cogerla.
- ¡Jo! ¡no soy capaz! Tendré que conformarme con otras – se lamentó el hada.
Entonces se dispuso a recoger otras estrellas, no eran tan bellas como aquella, pero se conformaba. Las agarraba con cuidado para que no se sintiesen aprisionadas y dejasen de iluminar, y las depositaba con dulzura en su saquito.
- Ya tengo unas cuantas, otro día vendré a por ti, pequeña juguetona –
Pero cuando se dispuso a marchar oyó una voz que le hablaba desde la penumbra.
- ¡Oiga usted! ¡¿A dónde vas con esas estrellas?!
El hada se quedó boquiabierta al ver aquel hombre tan misterioso. Tenía una larga barba blanca que le llegaba casi hasta el suelo, un pelo canoso y largo, vestía una túnica azul celeste y portaba en sus manos un gran cayado que tenía unas iniciales talladas.
- Ems…yo…yo…yo solo quería coger unas cuantas estrellas –
- ¿Sabes quién soy yo?
- No, no se quién es usted – dijo avergonzada el hada.
- Soy el Guardián de las Estrellas –
- ¿Ah si?
- ¡Si! y no puedes venir aquí y llevártelas así como así. Las he custodiado durante años y nunca nadie había osado subir hasta aquí para llevárselas. La estrellas están aquí por una razón, sin ellas el cielo no tendría luz y se sumiría en una inmensa oscuridad ¡sería terrible! ¡infernal! Además, sin ellas, la gente no sabría soñar. Ellos ven al cielo con esperanza de que estos pequeños luceros les ayuden. Se quedan viéndolas fijamente, durante tiempo y piden deseos imposibles. Muchos niños se quedan viéndolas antes de irse a dormir, las ven y les piden sus sueños más variopintos ser superhéroes, princesas, hadas…
Durante cada noche, son el centro de atención de miles de soñadores, son fuente de inspiración de muchos artistas, ejercen una fuerza especial sobre los enamorados; son prisioneros de su belleza. ¿Te imaginas que pasaría entonces si dejo que se lleven las estrellas?
- Si…que destrozaría las ilusiones de todas esas personas. Lo siento mucho, ahora mismo las devuelvo.
- Veo que has aprendido la misión que tienen, bueno, por esta vez haré una excepción, puedes llevarte algunas e incluso esa que te has fijado al principio, esa que parece imposible de coger, pero tienes que prometerme algo.
- ¿Lo qué?
- Que las vas a cuidar mucho, que nunca dejarás que se apaguen y que sea un regalo para alguien muy especial para ti.
- Lo es. Pero… ¿como debo hacer para impedir que dejen de iluminar?
- Muy fácil, tienes que conservar siempre esa ilusión de vivir que tienes, no dejes nunca que se apague, si no esta se apagará contigo, y sobre todo, nunca olvides esa sonrisa en casa, llévala contigo allá a donde vayas.
- Lo intentaré, pero no siempre es fácil. Hay días que no tienes luz, no quieres sonreír, tus alas no quieren volar ni tampoco quieres intentarlo.
- Ya lo sé, pero en esos días deja que los demás te iluminen, ellos te darán esa luz que necesitas.
El hada le guiñó un ojo en muestra de aceptación, le dijo que cumpliría su cometido y se fue volando.
- ¡Cuídate pequeña!
- ¡Lo haré!


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*La autora de este relato se llama "Nesy" ( http://nesyscience.blogspot.com/ ) , una buena amiga, que también ha demostrado ¡saber volar! En uno de esos ratitos de inspiración escribió este maravilloso relato sobre el Guardián de las Estrellas y la labor que realiza, me lo hizo llegar y yo gustoso y agradecido he decidido publicarlo en mi pequeño rincón. Darle las gracias por la colaboración y por sus letras, siempre bienvenidas por este lugar :). Ni que decir tiene que cualquier lector que quiera colgar su propia estrella en este firmamento no tiene más que pedirmelo y estaré encantado de que colabore. :) Se despide:
El Guardián.*
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domingo, 5 de septiembre de 2010

Aunque no lo creas...



Antes de amar, párate a pensar el precio que estas dispuesto a pagar, porque solo unos segundos después, es muy posible que ya no dispongas de tiempo para rectificar, ni consciencia de ti mismo, ni valor para echarte atrás.
Es ahí cuando dejas de ser uno, para ser dual, haciendo dependientes tus actos del criterio errado o no, de tu par.
Se te negará el don del raciocinio y en el mejor de los casos pasará a ocupar el nivel más bajo entre tus preferencias. Heredarás un positivismo exagerado, una autoestima estratosférica y un falso espejismo de omnipotencia.
Procura no hacerlo para no tener que extirparte después el sufrimiento, evitarás arrastrarte en suelos que de otro modo, tu dignidad ni se hubiera planteado pisar.
Pero si lo haces… Recuerda, no subestimes ese sentimiento por monótono que parezca. No vas a ser tan inmensamente rico de ningún otro modo, aún no teniendo nada más.
Y sobre todo no pretendas apartar la cara al mundo por amor, y esperar una sonrisa del mundo cuando lo pierdas… Y lo perderás, te lo aseguro, para volver a encontrarlo y volver a tropezar.
Porque no se trata de encontrar un amor eterno (contradicción para alguien cuya existencia no es ni tan siquiera remotamente parecida a la de un cuerpo estelar), sino de parchear los distintos momentos de aparente soledad en la vida de un hombre que se niega a creer que la posesión es el principio de un agónico final para ese amor, que ya por definición, será fugaz.
Demuéstrame que miento y reciclaré mis ideales, pondré mis convicciones a tus pies.
Deja que se convierta en un juego de niños, así es como debe ser.
Pero no intentes hacerme creer que el amor es libertad, porque no lo es.


El Guardián.
Photo by_theoriginalmoody

sábado, 17 de julio de 2010

Dímelo tú.


He llorado tantas veces tu nombre,
que cada noche que paso sin tenerte
he de descontar un pétalo a la flor del presente.
Justamente ellos me recuerdan...

Que ya no me quieres.
Y al alba cuando despierto,
aún no sé discernir
si alguna vez te tuve,
o no fuiste más que un invento.
Porque no hay castigo peor,
ni pena más grande.
No hay dolor más agudo,
ni delito más grave.
Quién se atreve a juzgarme
si en el fondo cargo con un secreto tan puro,
que no merece muerte ni cárcel.
O quizás sí.
Para arrancarme las ganas de escribir.
De existir padeciendo.
De intentar vivir, sin hacerlo.
Fue una pena,
ser tan tuyo como de nadie.
ser tu tan mía como de todos.
Qué más da ahora ser o no ser,
eso fue tan solo un recurso shakesperiano.
Sin embargo el sufrimiento que me produces
es tan extremo y tan inhumano,
que aún no sé por qué te sostengo en mis manos.
Después del tan amargo daño,
por qué sigo velando los sueños de antaño.
A quién acudo.
Cómo te espanto.
Al corazón ahora,
cómo lo engaño.
Te guardo en recuerdo,
o te arranco de cuajo.
Será que te quise,
o será que te amo.



El Guardián.
Photo by NOX

viernes, 16 de julio de 2010

Condenados a perseguirnos.


Llegaremos a odiar tanto el amor,
que crearemos nuestro propio pacto.
Nos declararemos la guerra.
Distintos campos de batalla.
Las mismas reglas.
Nos destrozaremos mutuamente.
Pero volveremos a encontrarnos
Como dos auténticos extraños.
Una peluca distinta.
Un nombre falso.
Otra ciudad de la lista.
¿Hotel o piso franco?
El morbo del encuentro fugaz.
El saber que no soy capaz de amar a nadie más.
Reinventar la pasión.
Amordazar la razón,
para que no grite que sería un error
volver a inmolarnos el corazón.
Dejar la rutina en la recepción.
Olvidar algo más que la decencia en el ascensor.
Tu cuello.
El fuego.
Las cinturas.
Mis manos.
El cielo.
Volamos…
Perdemos el control.
Nos encanta inyectarnos esta sensación.
Adictos de la improvisación.
Tú sabes que podrías acuchillar cualquier otro corazón,
pero este no.
En el fondo odias que lleve razón.
Sabes que nadie pide perdón como yo.
Y la verdad, no sabría morder otros labios.
Ni quiero entrar al cielo por otra puerta que no sean tus piernas… Y a bocados.
Tú, simplemente, no podrías ser mujer entre otros brazos.
Juguemos, ¿por qué no?
Yo he nacido para esto,
tú no sabes vivir de otro modo.
Ya hemos tirado los dados.
Al conocernos, los dos hemos ganado.
Volvamos a empezar,
Vamos a jugar el desempate con esta última carta…
Ya casi noto tu lengua rozando mi garganta.
Ardamos ahora que aún no nos hemos devorado.
Sintamos mientras sigamos siendo humanos.


El Guardián.
Photo by VFallingV

lunes, 5 de julio de 2010

Sin desvirtuar la palabra.



La gente empieza a desvirtuar las palabras
desde temprano.
Así, cuando llega la noche,
ya no significan nada.
Por eso yo no te lo digo,
ni te lo canto,
ni te lo escribo.
Quiero tener algo nuevo que decirte
el día que tenga que despedirte.
Algo sincero, que ni suene a excusa ni a reproche.
Quizás me guardo demasiadas cosas.
Tal vez no sepa como transmitirlas.
A lo mejor no me atrevo.
Es posible, que no debiera decirlas.
Pero no seré yo el único exento de la libertad,
de la que tanto alardea el hombre.
Voy a decirte esto muy bajito.
Tanto que hasta olvides que te lo he dicho.
No volveré a repetirlo, me limitaré a demostrarlo.
Te lo voy a grabar en la piel,
y me da igual que lo beban otros labios.
Lo que yo creo para ti, para otros será veneno.
El de la duda. ¿Cómo podrán superarlo?
Voy expandirme por ti como perfume.
A susurrártelo para que te recuerde
a la caricia de la pluma sobre la seda.
Esta palabra será a partes iguales,
anhelo y condena.
Recuerda que el desparpajo
fue de de dios al crearte,
no de mi al describirte.
No te creas por eso mis líneas torcidas.
Cree mis palabras sinceras si un día te dicen…
“Te amo.”



El Guardián
Photo by *AstreDeNuit

lunes, 28 de junio de 2010

A la Gran Musa.


Definitivamente y hasta nuevo aviso,

la gran musa se ha ido.

Debió ser que la perdí por el camino.

La de la túnica color plata

y el cabello del color de mis sueños,

por el que tantas veces enredé

mis dedos convertidos en versos.

Ahora que el reloj se ha detenido,

soy consciente de que llevo días

entre musas mediocres

y ya me parecen siglos.

Vacío de inspiración.

Huérfano de palabras,

de las que transmitían

y de las que emocionaban.

De ambas, de todas.

Y así como de la nada

me sale parentesco con la desesperación

y con la desgana.

Más amigo de lo vulgar,

y mucho menos de la esperanza.

Desanimado por no animarme

con quien no encuentro ánimo alguno.

Desterrado del mundo que creé,

y por el que vivo.

Si es que aún vivo,

si es que aún queda mundo,

y hay con quien vivirlo.

De todo ello, el dolor,

es lo único a lo que no le guardo cariño.

Si he de dejar de existir como poeta

para que no duela,

entonces tendré que extinguir al “yo” que vuela.

Y morir de pena de perderte.

Morir buscando tu brillo.

Morir tras tu estela.

Morir preso de ti, o morir contigo.

Morir de viejo, o morir maldito.

¿Cuál sería la diferencia?

Si al final todo es morir,

y la gran musa, morir conmigo.

Pero tranquilo, olvido.

Que aún muerto se cuidar de mi mismo.

Y aunque durante un tiempo

–que puede ser eterno-

Escriba desde el infierno,

Sé que tarde o temprano

Lo haré desde el cielo.

La pluma que escribió para las estrellas,

Volverá a escribir desde ellas.


El Guardián.
Photo by Susan_Coffey

lunes, 21 de junio de 2010

Quizás mañana...


El aire enrancia el ambiente,

más no tu mirada.

Radiante por la mañana,

expresiva,

reminiscente con el amanecer,

furtiva.

Buscas el haz de mis ojos.

Yo soy consciente de que me miras.

Ves lo que no soy, porque no me conoces.

A lo único que llegas es a perderte por mis facciones.

A intuir el color de mis emociones.

Yo veo en ti lo que busco y por lo que suspiro.

Lo que me mueve, lo que respiro.

La sola gota que de ti caiga,

desbordando el vaso de mi inspiración.

Y entonces surjan adjetivos que nadie emplearía,

para definir tus labios, tu sonrisa.

El tono tostado que tiene tu piel,

la manera de enredarte los dedos en el pelo,

esa elegante forma de girar el cuello…

Nadie sabe como yo, aunque no me lo cuentes,

la carga de miedos que ahoga tu corazón,

la manera en que el dolor paraliza tu mente.

Las veces que cuando el mundo te vence,

claudicas sin oposición,

ante él yaces inerte.

Y lo sé porque lo he visto en tus ojos,

lo he leído en tus gestos.

Lo sé porque tu soledad me grita.

Tu monotonía es casi tan grande

como tu ansia de destierro.

¿Destierro a qué tierra?

Si ninguna te calma,

si lo que buscas es cielo,

y yo puedo darte las alas.

Ahora lo que no sé,

es como hacer para salir indemne,

y aguantarme las ganas de volver a verte.

No tener que quererte,

significa no tener que perderte.

Aunque con ello maldiga mil veces mi suerte.

Poco más puedo hacer que callar,

y respirar el aire desahuciado de tus pulmones.

La fe que te sobra,

la candidez que desprendes.

Solo queda huir,

ahora que el reloj me advierte que pasó una hora,

desde que te vi y empecé a escribir,

hasta que dejé de ser,

-Aunque solo fuera en palabras-

parte de ti.

Has sido musa involuntaria, pero yo me voy.

Como me voy siempre.

Como se van los poetas.

Para embriagarse de otra.

Para adueñarse de miles.

Para leer miradas ajenas.

Para adormecer corazones en vela.

Para traer la candidez al alma.

Para ahuyentar la pena.

Me voy para ser.

Como hoy fui en Sara,

Como mañana seré en Gabriela.

De ilusión en ilusión,

hasta encontrarla a Ella.


El Guardián.

Photo by turuncuaz