"Quien ama a las estrellas no tiene miedo a la noche. Ellas están ahí, pero ya nunca las miramos..."

sábado, 11 de septiembre de 2010

El Guardián.

Llegó a un lugar en donde reinaba el silencio. Solo se escuchaba el retintinear de las estrellas cuando estas chocaban unas contra otras. Unas se movían continuamente, rápidas, inquietas, de la velocidad que iban, a veces, chocaban sin querer entre ellas y desprendían unas partículas cristalinas. Otras brillaban intermitentemente como si se quisiesen apagar y al poco se lanzaban en picado hacia la nada, perdiéndose en la inmensa oscuridad de la noche. Y otras eran estáticas, pero no menos hermosas, su intensidad se hacía notar entre las demás, éstas se encargaban de mostrar el sendero que llevaba hasta su Guardián.
El hada sobrevoló aquel lugar buscando una en especial, quería encontrar la estrella perfecta.
- ¡Oh si! ¡Ahí estás!

Sus ojos se fijaron en una, descendió y se acercó a verla de cerca, era la estrella más bonita que había visto. No paraba quieta, era vista y no vista, estaba en continuo movimiento y en cada ir y venir dejaba tras de si una cola serpenteante resplandeciente. Era ideal.
- Le encantará – dijo

Se acercó hasta ella e intentó cogerla.
- ¡Quieta! ¡No te muevas! ¡Ven aquí! – le ordenaba ella, pero la estrella no le obedecía. No se dejaba atrapar. Cada vez que le echaba la mano esta se escabullía rápidamente. Era imposible cogerla.
- ¡Jo! ¡no soy capaz! Tendré que conformarme con otras – se lamentó el hada.
Entonces se dispuso a recoger otras estrellas, no eran tan bellas como aquella, pero se conformaba. Las agarraba con cuidado para que no se sintiesen aprisionadas y dejasen de iluminar, y las depositaba con dulzura en su saquito.
- Ya tengo unas cuantas, otro día vendré a por ti, pequeña juguetona –
Pero cuando se dispuso a marchar oyó una voz que le hablaba desde la penumbra.
- ¡Oiga usted! ¡¿A dónde vas con esas estrellas?!
El hada se quedó boquiabierta al ver aquel hombre tan misterioso. Tenía una larga barba blanca que le llegaba casi hasta el suelo, un pelo canoso y largo, vestía una túnica azul celeste y portaba en sus manos un gran cayado que tenía unas iniciales talladas.
- Ems…yo…yo…yo solo quería coger unas cuantas estrellas –
- ¿Sabes quién soy yo?
- No, no se quién es usted – dijo avergonzada el hada.
- Soy el Guardián de las Estrellas –
- ¿Ah si?
- ¡Si! y no puedes venir aquí y llevártelas así como así. Las he custodiado durante años y nunca nadie había osado subir hasta aquí para llevárselas. La estrellas están aquí por una razón, sin ellas el cielo no tendría luz y se sumiría en una inmensa oscuridad ¡sería terrible! ¡infernal! Además, sin ellas, la gente no sabría soñar. Ellos ven al cielo con esperanza de que estos pequeños luceros les ayuden. Se quedan viéndolas fijamente, durante tiempo y piden deseos imposibles. Muchos niños se quedan viéndolas antes de irse a dormir, las ven y les piden sus sueños más variopintos ser superhéroes, princesas, hadas…
Durante cada noche, son el centro de atención de miles de soñadores, son fuente de inspiración de muchos artistas, ejercen una fuerza especial sobre los enamorados; son prisioneros de su belleza. ¿Te imaginas que pasaría entonces si dejo que se lleven las estrellas?
- Si…que destrozaría las ilusiones de todas esas personas. Lo siento mucho, ahora mismo las devuelvo.
- Veo que has aprendido la misión que tienen, bueno, por esta vez haré una excepción, puedes llevarte algunas e incluso esa que te has fijado al principio, esa que parece imposible de coger, pero tienes que prometerme algo.
- ¿Lo qué?
- Que las vas a cuidar mucho, que nunca dejarás que se apaguen y que sea un regalo para alguien muy especial para ti.
- Lo es. Pero… ¿como debo hacer para impedir que dejen de iluminar?
- Muy fácil, tienes que conservar siempre esa ilusión de vivir que tienes, no dejes nunca que se apague, si no esta se apagará contigo, y sobre todo, nunca olvides esa sonrisa en casa, llévala contigo allá a donde vayas.
- Lo intentaré, pero no siempre es fácil. Hay días que no tienes luz, no quieres sonreír, tus alas no quieren volar ni tampoco quieres intentarlo.
- Ya lo sé, pero en esos días deja que los demás te iluminen, ellos te darán esa luz que necesitas.
El hada le guiñó un ojo en muestra de aceptación, le dijo que cumpliría su cometido y se fue volando.
- ¡Cuídate pequeña!
- ¡Lo haré!


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*La autora de este relato se llama "Nesy" ( http://nesyscience.blogspot.com/ ) , una buena amiga, que también ha demostrado ¡saber volar! En uno de esos ratitos de inspiración escribió este maravilloso relato sobre el Guardián de las Estrellas y la labor que realiza, me lo hizo llegar y yo gustoso y agradecido he decidido publicarlo en mi pequeño rincón. Darle las gracias por la colaboración y por sus letras, siempre bienvenidas por este lugar :). Ni que decir tiene que cualquier lector que quiera colgar su propia estrella en este firmamento no tiene más que pedirmelo y estaré encantado de que colabore. :) Se despide:
El Guardián.*
Photo by_ploop26-d2yeohq

3 comentarios:

  1. ¡Que ilusión me hace ver un texto mio en tu blog! muchas gracias a ti, por publicarlo ;) Es todo un placer poder colaborar en tu riconcito.
    Me alegro de que te haya gustado, solo fue un detalle ;) Espero que la inspiración me visite pronto y pueda escribir una segunda parte...otro lugar, otro helado, otra gente, otro escenario, otras estrellas...seguro que harán que mi imaginación vuelva a volar :D

    Biquiños!

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  2. Se notaba mientras leia que era de Nesy, Tu tienes tu estilo propio y este no era. Nesy es una chica muy divertida y una gran escritora de relatos llenos de emociones que te dejan una huella dificil de borrar.
    os felicito a los dos.
    Un beso Guardián, ya ves que siempre vuelvo a ver como guardas las estrellas que nos iluminan.

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  3. Gracias Nesy por tan preciosa historia. Yo viajo mucho a las estrellas, les pongo nombres e incluso tomo cafe en la luna.
    Te seguire en cada escrito tuyo

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