"Quien ama a las estrellas no tiene miedo a la noche. Ellas están ahí, pero ya nunca las miramos..."

lunes, 14 de junio de 2010

En el imán del frigorífico.



Guardo entre mis letras los últimos acordes de tu voz.
Tus últimos parpadeos, grabados en la retina.
Ahora son lo más preciado que poseo.
Agolpé toda la sangre en un lugar fuera de mi cuerpo,
Con el fin de que a la cabeza no le diera por pensar,
Y el corazón no tuviera líquido elemento que bombear.
Es la única forma de alejar el querer y abrazar el olvido,
Cuando creo que he fallado a lo primordial,
¿A quién no podría ahora fallar?
Intenté sumir en el caos a todos y cada uno de mis ideales.
Con la esperanza de que alguno de ellos hiciera efectiva la ley darwiniana.
No necesariamente el ganador sería el ideal correcto,
pero sí el que me permitiría sobrevivir.
Eso pensaba… Que errado estaba.
Probé incluso a destruir el mundo que semánticamente inventamos.
Con todas sus metáforas, sus rimas y versos libres, sin medida.
¿Qué fue lo que conseguí?
Después de esta pregunta, es cuando el folio se llena de tachones.
Errores y correcciones, dudas.
Y sin embargo algo feroz late en mí y tiene que ver contigo.
La voz del destino me lleva a claudicar, pisándole la cabeza al ego.
Un ego que no es ni más ni menos grande que el tuyo,
Al fin y al cabo hemos sido esclavos de nuestro orgullo.
Exigimos conseguir lo que ningún dios está dispuesto a otorgar,
blandiendo las armas de un simple mortal.
Ahora sabemos que para eso, debemos ser algo más.
Yo osé ser el Guardián de todo.
Tú la única Estrella capaz de reinar.
Pretendimos ganar batallas librándolas solos.
Pero el enemigo no tiene piedad.
Nos dimos cuenta de que antes, cuando nos obligaban a dar un paso atrás.
Encontrábamos siempre la espalda del otro, que nos impulsaba de nuevo a atacar.
Debemos entender que somos la cara y el reverso del filo de la misma espada.
No hay dos bandos, solo el nuestro, contra el resto.
Intentamos caminar obcecados alejando los pies del suelo, siempre altivos.
Al fin y al cabo para eso vivimos.
Pero nos cegamos,
no solo por la luz del sol,
sino por la de nuestro propio brillo.
Un abismo abrimos, tan ancho como profundo.
Nos carcomía la ambición propia de dos ganadores apostando para sí mismos.
Sin percatarnos que ganar o perder es lo de menos.
El resultado tiene un efecto recíproco en ambos, pero esta vez perdimos.
No se puede pretender avanzar dando un paso hacia delante, y dos hacia atrás.
Nosotros, que no encontramos nunca excusa para recurrir a palabras como “imposible”.
Cómo pudimos olvidar quiénes somos,
de dónde venimos,
y el por qué existimos.
Y ahora, aquí, echo de menos la libertad de encaramarme en tu mirar,
como lo hacía cuando dolía el mundo, y todo lo demás.
Cómo pretender jugar fuerte, si el As bajo la manga, ya no está.
Siento que no hay término capaz de definir lo que somos cuando estamos juntos,
Pero sí lo que somos por separado: negados, incompletos, incapaces.
Hijos del miedo, de los reproches y las decepciones.
No, nosotros no somos ellos.
Si caemos, lo haremos de otro modo.
Lo haremos porque nuestros cabellos se vuelvan plata
O porque nos reclame la parca.
Y quizás, ni eso.
Pero no así, no de este modo.
No tendremos nada que ver con la amistad.
Nada que se parezca al amor o la hermandad.
No hay termino o definición.
Un escalón más.
Seres hambrientos de las estrellas del cielo y de las olas del mar.
Capaces de hacer del viento su única morada.
De nuestro tiempo, el prólogo hacia de la eternidad.
Esclavos del mismo don, compartiendo la misma ambición.
Por eso el fin no será alcanzar un sueño,
será haber vivido todos.
Fuertes como individuos.
Indestructibles unidos.
Ahora debemos saber pedir perdón.
Bajar a los infiernos y en la humillación encontrar la redención,
Es algo que he de hacer, al menos yo.
Que he dañado lo que nunca debí dañar.
Una vez más… He derramado las lágrimas de las Estrellas.
Hoy no puedo seguir siendo su Guardián…
Ahora solo me queda contar los días,
Fumarme las horas, yo que no sé fumar…
Desangrar los segundos que sin ti voy a estar.
Para que quizás algún día, me puedas perdonar.
Y solo sí tu quieres,
volver a saltar en los charcos,
que nunca debimos abandonar.




El Guardián.
Photo by_Glory_Of_Valor

2 comentarios:

  1. No dejes nunca de guardar las estrellas , si no estas tu ¿quién las guardará?.
    Sublime como siempre.
    Un beso

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