Definitivamente y hasta nuevo aviso,
la gran musa se ha ido.
Debió ser que la perdí por el camino.
La de la túnica color plata
y el cabello del color de mis sueños,
por el que tantas veces enredé
mis dedos convertidos en versos.
Ahora que el reloj se ha detenido,
soy consciente de que llevo días
entre musas mediocres
y ya me parecen siglos.
Vacío de inspiración.
Huérfano de palabras,
de las que transmitían
y de las que emocionaban.
De ambas, de todas.
Y así como de la nada
me sale parentesco con la desesperación
y con la desgana.
Más amigo de lo vulgar,
y mucho menos de la esperanza.
Desanimado por no animarme
con quien no encuentro ánimo alguno.
Desterrado del mundo que creé,
y por el que vivo.
Si es que aún vivo,
si es que aún queda mundo,
y hay con quien vivirlo.
De todo ello, el dolor,
es lo único a lo que no le guardo cariño.
Si he de dejar de existir como poeta
para que no duela,
entonces tendré que extinguir al “yo” que vuela.
Y morir de pena de perderte.
Morir buscando tu brillo.
Morir tras tu estela.
Morir preso de ti, o morir contigo.
Morir de viejo, o morir maldito.
¿Cuál sería la diferencia?
Si al final todo es morir,
y la gran musa, morir conmigo.
Pero tranquilo, olvido.
Que aún muerto se cuidar de mi mismo.
Y aunque durante un tiempo
–que puede ser eterno-
Escriba desde el infierno,
Sé que tarde o temprano
Lo haré desde el cielo.
La pluma que escribió para las estrellas,
Volverá a escribir desde ellas.
El Guardián.
Photo by Susan_Coffey
Aún sin musas tu pluma es excelente, creo que no te hacen falta , tú mismo te vales para escribir a las estrellas y a lo que quieras.
ResponderEliminarUn saludo desde la distancia.
Que me expliquen QUÉ te inspira, sino es la musa
ResponderEliminar=)