"Quien ama a las estrellas no tiene miedo a la noche. Ellas están ahí, pero ya nunca las miramos..."

lunes, 28 de junio de 2010

A la Gran Musa.


Definitivamente y hasta nuevo aviso,

la gran musa se ha ido.

Debió ser que la perdí por el camino.

La de la túnica color plata

y el cabello del color de mis sueños,

por el que tantas veces enredé

mis dedos convertidos en versos.

Ahora que el reloj se ha detenido,

soy consciente de que llevo días

entre musas mediocres

y ya me parecen siglos.

Vacío de inspiración.

Huérfano de palabras,

de las que transmitían

y de las que emocionaban.

De ambas, de todas.

Y así como de la nada

me sale parentesco con la desesperación

y con la desgana.

Más amigo de lo vulgar,

y mucho menos de la esperanza.

Desanimado por no animarme

con quien no encuentro ánimo alguno.

Desterrado del mundo que creé,

y por el que vivo.

Si es que aún vivo,

si es que aún queda mundo,

y hay con quien vivirlo.

De todo ello, el dolor,

es lo único a lo que no le guardo cariño.

Si he de dejar de existir como poeta

para que no duela,

entonces tendré que extinguir al “yo” que vuela.

Y morir de pena de perderte.

Morir buscando tu brillo.

Morir tras tu estela.

Morir preso de ti, o morir contigo.

Morir de viejo, o morir maldito.

¿Cuál sería la diferencia?

Si al final todo es morir,

y la gran musa, morir conmigo.

Pero tranquilo, olvido.

Que aún muerto se cuidar de mi mismo.

Y aunque durante un tiempo

–que puede ser eterno-

Escriba desde el infierno,

Sé que tarde o temprano

Lo haré desde el cielo.

La pluma que escribió para las estrellas,

Volverá a escribir desde ellas.


El Guardián.
Photo by Susan_Coffey

lunes, 21 de junio de 2010

Quizás mañana...


El aire enrancia el ambiente,

más no tu mirada.

Radiante por la mañana,

expresiva,

reminiscente con el amanecer,

furtiva.

Buscas el haz de mis ojos.

Yo soy consciente de que me miras.

Ves lo que no soy, porque no me conoces.

A lo único que llegas es a perderte por mis facciones.

A intuir el color de mis emociones.

Yo veo en ti lo que busco y por lo que suspiro.

Lo que me mueve, lo que respiro.

La sola gota que de ti caiga,

desbordando el vaso de mi inspiración.

Y entonces surjan adjetivos que nadie emplearía,

para definir tus labios, tu sonrisa.

El tono tostado que tiene tu piel,

la manera de enredarte los dedos en el pelo,

esa elegante forma de girar el cuello…

Nadie sabe como yo, aunque no me lo cuentes,

la carga de miedos que ahoga tu corazón,

la manera en que el dolor paraliza tu mente.

Las veces que cuando el mundo te vence,

claudicas sin oposición,

ante él yaces inerte.

Y lo sé porque lo he visto en tus ojos,

lo he leído en tus gestos.

Lo sé porque tu soledad me grita.

Tu monotonía es casi tan grande

como tu ansia de destierro.

¿Destierro a qué tierra?

Si ninguna te calma,

si lo que buscas es cielo,

y yo puedo darte las alas.

Ahora lo que no sé,

es como hacer para salir indemne,

y aguantarme las ganas de volver a verte.

No tener que quererte,

significa no tener que perderte.

Aunque con ello maldiga mil veces mi suerte.

Poco más puedo hacer que callar,

y respirar el aire desahuciado de tus pulmones.

La fe que te sobra,

la candidez que desprendes.

Solo queda huir,

ahora que el reloj me advierte que pasó una hora,

desde que te vi y empecé a escribir,

hasta que dejé de ser,

-Aunque solo fuera en palabras-

parte de ti.

Has sido musa involuntaria, pero yo me voy.

Como me voy siempre.

Como se van los poetas.

Para embriagarse de otra.

Para adueñarse de miles.

Para leer miradas ajenas.

Para adormecer corazones en vela.

Para traer la candidez al alma.

Para ahuyentar la pena.

Me voy para ser.

Como hoy fui en Sara,

Como mañana seré en Gabriela.

De ilusión en ilusión,

hasta encontrarla a Ella.


El Guardián.

Photo by turuncuaz